martes, 7 de julio de 2009















Biomasa: energía contemporánea.

Si observamos nuestro entorno nos daremos cuenta de que existe una gran paradoja: la disponibilidad de energía es casi inimaginable… está en toda la naturaleza y de una manera muy especial en los seres vivos. Por ejemplo: en un solo año el sol arroja sobre la tierra 4000 veces más energía que la que consumimos todos los seres humanos con nuestro estilo de vida actual, en el mismo periodo de tiempo.

Es imprescindible seguir investigando sobre las mejores y más eficientes formas de captación de energía para el hacer humano. Pero es contundente también la manera en que el ritmo de crecimiento y las formas de consumo energético nos ha llevado a la reflexión sobre la energía hacia el contexto del desarrollo humano y sostenible.

Antiguamente también se argumentaba sobre las formas más claras de obtención de energía. Y esto no es inútil recordarlo, pues al controlarla, preserva la vida y cuando no tenemos orden sobre ella, la puede destruir.

La biomasa, por su condición orgánica, es un combustible, de fuente vegetal o animal, que por medio de transformaciones biológicas, aeróbicas, anaeróbicas y termoquímicas, generan energía.

La biomasa presenta varios orígenes: terrestres, agrícolas, forestales, acuáticos o algales. De ellos podemos obtener productos industriales, alimentos y energía por medio de biomasa forestal (dendroenergía), cultivos energéticos (caña de azúcar), biomasa residual (desechos sólidos), residuos humanos, aguas servidas y excedentes agrícolas (pos cosecha).

La biomasa es una forma de energía limpia que se presenta como alternativa de gran relevancia para la MEJORA AMBIENTAL en conjunción con el DESARROLLO RURAL y mayor AUTOSUFICIENCIA ENERGÉTICA por sus implicaciones ambientales

Pero que ha realizado el hombre para encontrar en la biomasa una alternativa limpia y eficiente para producir energía en nuestra época contemporánea?

Muy poco. El petróleo, aunque las reservas siguen en decrecimiento, sigue siendo la manera más común de proveerse de energía, a pesar de que la reflexión nos lleva a diagnosticar una pérdida de la calidad ambiental y de vida gracias a la irresponsabilidad humana fundamentada por el caos en la utilización de este producto y la electricidad continuará siendo la forma de energía final de más rápido crecimiento pero con el sistema de Grandes Embalses que alteran los biosistemas ecológicos y de la hidrodinámica del agua y antropicos en la fragmentación socioeconómica de los habitantes y de sus patrimonios históricos y culturales.

Hoy en día ya no podemos adaptarnos a las circunstancias de la demanda, sino de un cambio de filosofía empresarial y humana en la forma de entender el suministro de energía para la humanidad.

El desarrollo global de los criterios de producción y de cotidianidad humana se debe conllevar con estructuras de producción eficientes y regulatorias que minimicen los costos y que mantenga la seguridad y fiabilidad en el consumo de energía que al mismo tiempo tendrán repercusiones positivas hacia la conservación del medio ambiente.